Cada uno tiene su misión específica en la vida; cada uno debe cumplir una misión concreta que exige su realización. En eso no puede ser sustituido, ni su vida puede repetirse. Así pues, la tarea de cada uno es única, como lo es su oportunidad específica de llevarla a cabo”. – Viktor E. Frankl, El hombre en busca de sentido
¿Es cierto que todo el mundo tiene una misión, una misión especial única? ¿O las misiones son sólo para unos pocos?
Este asunto me divierte mucho porque lo he leído en muchos libros. Sin embargo, cuando pregunto a la gente: “¿Sabes cuál es tu misión?”, muchos de mis compañeros responden: “No lo sé”.
Por otra parte, he conocido a muchos otros que tienen una idea clara de su misión y pueden exponerla con mucha seguridad. Saben exactamente por qué están aquí en este mundo y cómo van a contribuir con su presencia y su trabajo al bien común.
Mi madre es un excelente ejemplo de alguien que ha sabido cuál era su misión desde muy joven. Quería ser enfermera desde que tenía ocho años, y esta misión ha influido en todas sus decisiones en la vida. Incluso emigró a España a los 14 años para hacer realidad su sueño. Mi abuelo intentó persuadirla para que fuera médico, pero ella lo dejó después del tercer año de medicina, diciendo: “La enfermera es la persona que realmente pasa tiempo con los pacientes”. Siempre tuvo una fuerte vocación de servicio. A lo largo de toda mi vida, fui testigo de cómo su misión y su pasión se fusionaban. En su fiesta de jubilación, hace tres años, me sentí muy orgullosa de ella y la admiré mucho porque siempre amó su trabajo y ¡la hacía tan completa y feliz! No quería hacer otra cosa y hacía lo que quería. ¡Qué suerte!
Hace unos años me sentía inquieta y ansiosa, y trataba de encontrar mi propia misión en la vida. Pasé años intentando averiguar cuál era mi razón de ser, pero no encontré ninguna respuesta. Fue por aquel entonces cuando algunas personas, sin que yo se lo pidiera, empezaron a decirme que había nacido para hacer esto o aquello. Sus opiniones eran muy perspicaces, y aun así acabé cuestionándolas.
Poco después, en una conversación con mi entrenadora Olga Albaladejo en Madrid, le dije: “No sé cuál es mi misión”. Me propuso que hiciéramos un ejercicio juntos, y fue realmente impactante. Sin embargo, incluso después de eso, seguía sin tener una idea clara de mi “misión” o de dónde y cómo encontrarla.
Tras una larga reflexión, creo que un buen comienzo es elaborar una declaración de misión para uno mismo, como se haría para una empresa. A continuación, tres puntos que debe tener en cuenta mientras llega:
- Lleva tiempo elaborar esta declaración de objetivos y hacerla bien. Es decir, lo que se empieza puede no ser lo que se acaba, pero hay que empezar con algo para acabar con algo. Elabore un borrador y empiece a vivir con él.
- Tu declaración de objetivos puede ser lo suficientemente amplia como para que puedas cumplirla de muchas formas distintas. Es decir, lo que te parezca realmente significativo. (Lo mío no es algo estático e inamovible. Es un cóctel de muchas cosas).
- Las declaraciones de misión pueden cambiar de una etapa a otra de la vida. Su misión como persona joven o de mediana edad podría necesitar una actualización cuando se haga mayor. (El mío se ha ido transformando a medida que yo me transformaba).
Personalmente, me di cuenta de que no hay que pensar para encontrar tu propósito. Sólo con la acción (haciendo), lo encontrarás. Tuve que dejar de pensar demasiado y, en su lugar, dar pasos hacia mis objetivos sin tener miedo a fracasar o a probar cosas nuevas. La experiencia es la recompensa.
También desconecté la cabeza y empecé a escuchar a mi corazón, me pregunté: “¿Qué es lo que amo?”. Comprendí que estaba tratando de encontrar esa ÚNICA cosa que estaba destinada a hacer. El concepto de que sólo debe ser una cosa me bloqueaba y limitaba mi visión. Hoy tengo varios títulos: Oradora, Empresaria, Embajadora de Marca Mundial, Mentora y Filántropa, y cada una de estas cosas me da mucha alegría. Son mis pasiones.
La pasión es una de las claves para desentrañar tu propósito y misión en la vida. ¿Cómo podemos encontrar nuestras pasiones en caso de que no las conozcamos o se hayan perdido?
- Meditación: 10-15 minutos pueden hacer maravillas, y hay muchos estilos. Encuentre el que más le convenga. Soy fan tanto de Naam como de Ziva Meditation.
- Escribir un diario: Es increíble cómo la escritura puede ayudarte a encontrar tu misión. Llevo escribiendo en mi diario desde los 12 años. Escribí la historia de mi vida día a día.
- Hacer ejercicio: Cualquier tipo de movimiento es esencial para nosotros como seres humanos, y el ejercicio regular nos abre el camino para ver la luz al final del túnel.
- Estar en la naturaleza: El poder de estar en la naturaleza no debe pasarse por alto. A veces, cuando me siento perdida, simplemente dar un paseo por el bosque o pasar tiempo junto al mar me ha aportado claridad.
Llegué a la conclusión de que cuando vivimos nuestras pasiones, estamos alineados con nuestra misión en la vida. Porque nuestra verdadera misión es vivir plenamente y amar a los demás. El verdadero propósito de la vida de cualquier persona es implicarse en vivir con un propósito, y ser capaz de servir a los demás se convierte en tu misión.